Sobre el retablo de Wit Stwosz o cómo convertir una catástrofe en un gran éxito

En 1442 en la iglesia más importante de Cracovia —la basílica de Santa María— se produjo una desgracia. Se cayó la bóveda del templo, que destruyó el retablo mayor. Sin embargo, gracias a aquel accidente se creó el retablo gótico más grande y —según la opinión de los cracovianos— el más bonito de toda Europa.

Fue obra de Wit Stworz, escultor procedente de Núremberg, quien gracias a este encargo ganó riqueza, numerosos clientes y una fama póstuma. Dejemos que hablen los números: el artista recibió 2808 florines por realizar la obra —¡una suma equivalente al presupuesto anual de la ciudad!—. La elaboración del retablo duró 12 años y se extendió entre los años 1477 y 1489. Su construcción, elaborada en madera de roble, cuenta con 13 metros de altura y 11 metros de anchura. En el retablo hay 200 figuras, talladas en madera de tilo. Las figuras de la escena principal, que representa la Dormición de la Virgen María, miden casi 3 metros. Según las investigaciones llevadas a cabo, Wit Stwosz creó su obra en madera de 500 años, lo que quiere decir que actualmente esta madera tiene unos mil años.

Un rasgo excepcional del retablo es su realismo: las figuras creadas por Stwosz reflejan el aspecto físico de los cracovianos de su época, incluido todo tipo de detalles, también los menos bonitos: manos deformadas por el trabajo y la artritis, cabezas peladas, venas visibles debajo de la piel. El artista incluyó en su obra también trajes, armas, vajillas y dispositivos domésticos típicos de la época. El retablo refleja la realidad de los tiempos en los que se creó tan sumamente bien, que en los años 30 del siglo XX se elaboró una disertación dermatológica dedicada a las enfermedades cutáneas típicas de la Cracovia medieval cuyo autor se apoyó precisamente en la obra de Wit Stwosz.

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